La Plaza de La Catedral
El conjunto más armonioso de la capital cubana, la Plaza de la Catedral se encuentra en la Habana Vieja. En el lugar donde se asienta la plaza fue hasta principios del siglo XVII un terreno anegadizo por lo que fue conocido inicialmente como Plaza de la Ciénaga.
Con el decursar del tiempo se fueron desecando esas tierras y se construyeron algunas edificaciones. Ya por el año de 1623 se hablaba de la plazuela de la Ciénaga y poco después de 1625 se prohibió la concesión de solares en ese lugar a fin de que quedaran reservados los terrenos para la ampliación de la plaza.
En la Plaza existe desde el siglo XVIII una de las edificaciones de carácter religioso más importantes de la capital cubana. Se trata de la Catedral. Fue en 1748 cuando fue colocada la primera piedra de lo que sería el oratorio de los hijos de San Ignacio de la Orden de los Jesuitas, que posteriormente se convertiría en la Catedral de la Habana. Con antelación los Jesuitas habían gestionado para construir una iglesia en esta plaza. El 24 de octubre de 1704 el procurador general de La Habana, Luis Gonzalo de Carvajal, se había opuesto a dicha petición, pero años después, por Real Cédula de 19 de diciembre de 1721, los jesuitas obtuvieron el permiso y el 5 de abril de 1727 se les especificó el lugar exacto donde podían construir la iglesia y el convento.
En 1767 cuando ya se había concluido el colegio, pero no la iglesia, los jesuitas fueron expulsados a España. En 1772 teniendo en cuenta el estado ruinoso del edificio de la Parroquial Mayor, las autoridades españolas decidieron trasladarla provisionalmente al oratorio de San Felipe de Neri, y el nueve de diciembre de 1777 se trasladó a la iglesia de los jesuitas. En 1778 por orden del Obispo Felipe José de Tres Palacios comenzaron las obras para transformar el hasta entonces oratorio de San Ignacio en la Catedral habanera dedicado a la Purísima Concepción, cuya imagen se alza en el Altar Mayor. Con posterioridad, entre 1802 y 1832, durante la prelacia del obispo Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa, se realizaron otras importantes reformas al edificio.
De acuerdo con lo detallado por Emilio Roig de Leuchsenring entonces se eliminaron todas aquellas cosas que se consideraron de mal gusto en adornos, estatuas y altares, y se sustituyeron por cuadros de óleo que eran copias de originales de grandes maestros. Estos cuadros fueron pintados por el artista francés Juan Bautista y Vermay, en unión de sus discípulos.
El templo de la Catedral forma un rectángulo de 34 por 36 metros, dividido interiormente por gruesos pilares en tres naves y ocho capillas laterales. El piso es de baldosa de mármol negro y blanco. Entre sus capillas se destaca la muy antigua Nuestra Señora del Loreto, consagrada por el obispo Morell de Santa Cruz en 1755, es decir antes de la transformación del oratorio en catedral, y la llamada del Sagrario, con entrada independiente.
Las obras de escultura y orfebrería del Altar Mayor, en ricos mármoles y metales, son casi todas del artista italiano Bianchini, ejecutadas en Roma en 1820, bajo la dirección del famoso escultor español Antonio Solá. Tras dicho Altar Mayor se conservan tres grandes frescos originales del ilustre pintor italiano Perovani. En la Catedral hay también varias tumbas entre ellas la de Don Apolinar Serrano, quién fuera obispo de la Habana. Igualmente entre las reliquias de la Catedral se destacan varios sagrarios o custodias de gran relevancia y méritos, como la donada por el obispo Morell de Santa Cruz, así como una colección de retratos al óleo de los obispos de diócesis habanera y un cuadro muy pequeño que representa al Papa celebrando una misa ante el emperador y grandes dignatarios eclesiásticos. Se afirma que fue pintado en Roma en 1478. El frontispicio de La Catedral da hacia la calle Empedrado. Constituye un lugar de culto y de meditación.
Es de la segunda mitad del siglo XVIII y estilo barroco, con dos torres colocadas una a cada lado de la estructura central, su cúpula de intenso color naranja vista desde los edificios aledaños quedan en altura por debajo de las citadas torres.
Cuenta La Catedral con su altiva reciedumbre arquitectónica en el sobrio trabajo interior de la bóveda que alberga la cúpula y cae sobre el Altar mayor, en la tenue iluminación en el cristal transparente de las lámparas y las imágenes de San Cristóbal, santo patrón de la ciudad.
Bordean la plaza donde se alza imponente la Catedral, otras edificaciones como son: Palacios de Lombillo, del Marqués de Arcos, los Condes de Peñalver y los Conde de Casa Bayona, donde se halla actualmente el Museo de Arte Colonial. Esta casa fue construida en 1720 por Luis Chacón que gobernaba en Cuba y se distingue de todas las demás por carecer de portales.
En uno de los costados de la Plaza de la Catedral puede apreciarse el Callejón del Chorro en donde se encuentra la lápida en recordación hasta el sitio en que llegaba la Zanja Real, primera obra hidráulica construida en la Habana y en Cuba, para el abasto de agua a los pobladores de la ciudad.